Bert Hellinger
El nacimiento
El primer y decisivo éxito para nosotros fue nuestro
nacimiento. Lo logramos de la mejor manera y la más amplia cuando
debimos salir a la luz por nuestros propios medios y el nacimiento
ocurrió sin intervención externa. Aquí debimos demostrar por primera vez
nuestra capacidad de imponernos. Este éxito seguirá repercutiendo por
el resto de la vida. De esa experiencia obtenemos la fuerza para más
tarde poder imponernos con éxito.
¿Me estoy yendo muy lejos? ¿Qué
tiene que ver este éxito con nuestros posteriores éxitos en nuestro
trabajo y en nuestra profesión? ¿Realmente nuestro éxito posterior
depende en gran parte de este primer éxito?
¿Cómo se comporta más
tarde un niño y un adulto que llegó al mundo a través de una cesárea o
que debió ser extraído con fórceps? ¿O cuándo vino al mundo
prematuramente y debió permanecer las primeras semanas -o tal vez meses-
de su vida en una incubadora? ¿Qué sucede más tarde con su
independencia y su capacidad de imposición?
Por supuesto que las
consecuencias de estas experiencias pueden ser superadas, por lo menos
parcialmente. Como sucede con todas las dificultades y cargas pesadas
también podemos ganar de ellas una fuerza extraordinaria.
Sin
embargo, al mismo tiempo ellas establecen límites y se convierten en un
desafío que podremos superar con mayor facilidad si reconocemos sus
raíces y más tarde de alguna manera conseguimos recuperar lo que nos
falta, con frecuencia con ayuda exterior.
Encontrar y tomar a la madre
El segundo acontecimiento decisivo y el siguiente
éxito es el movimiento hacia la madre, ahora como un otro que nos lleva a
su pecho y alimenta. Con su leche nosotros sacamos vida de ella.
¿Qué es lo que aquí nos enseña a ser exitosos y preparados para éxitos posteriores en nuestra vida y nuestra profesión?
Poder
tomar a nuestra madre como la fuente de nuestra vida, con todo lo que
fluye de ella hacia nosotros. Con ella nosotros tomamos nuestra vida. Y
la tomamos tanto como la tomamos a nuestra madre.
Ese tomar es
activo. Tenemos que mamar para que su leche salga. Tenemos que llamarla
para que venga. Tenemos que alegrarnos por lo que ella nos da. A través
de ella seremos ricos.
Más tarde en la vida se demuestra: quien logró
tomar a su madre de esa forma será exitoso y feliz. Pues de la misma
manera como alguien se relaciona con su madre se relaciona con su vida y
su profesión. Con la misma intensidad con la que él rechaza a su madre
rechaza la vida, su trabajo y su profesión. De la misma manera y con la
misma intensidad la vida, su trabajo y su profesión también lo rechazan a
él.
Así como alguien se alegra de su madre, así se alegrará de la
vida y de su trabajo. Así como su madre le da, siempre más cuando él
toma de ella con amor, en la misma medida su vida y su trabajo le
regalarán éxito.
Quien tiene reparos con su madre, también los
tendrá con la vida y la felicidad. Así como la madre, como consecuencia
de sus reparos y su rechazo se aleja de él, así se alejarán la vida y el
éxito.
¿Dónde comienza nuestro éxito? Comienza con nuestra madre.
¿Cómo
llega el éxito a nosotros? ¿Cómo puede llegar? Cuando nuestra madre
puede venir a nosotros y nosotros la honramos como nuestra madre.
El movimiento hacia la madre
Para muchos alguna experiencia temprana se opone a
que puedan tomar a la madre. Ellos vivieron una temprana separación de
la madre. Por ejemplo, si ella tuvo que estar ausente por un tiempo, o
si estuvo enferma y debió estar en rehabilitación, o si fuimos nosotros
quienes estábamos enfermos y ella no podía visitarnos. Esa experiencia
tiene como consecuencia una profunda modificación de nuestro futuro
comportamiento.El dolor de la separación y el desamparo, la
desesperación por no tenerla, por no poder recurrir a ella en los
momentos en que la hubiésemos necesitado lleva a una decisión interna.
Por ejemplo, “Yo renuncio a ella”. “Yo me mantengo a distancia de ella”.
“Yo me aparto de ella”.Cuando el niño puede regresar con su madre, con
frecuencia la evade. Por ejemplo, no se deja acariciar y se cierra a
ella y a su amor. Él espera en vano por ella y cuando ella intenta
acercarse y tomarlo en sus brazos él la rechaza, interiormente y a veces
también exteriormente.
Las consecuencias de un movimiento interrumpido hacia la madre
La interrupción temprana del movimiento hacia la
madre trae aparejadas graves consecuencias para la vida posterior y para
nuestro éxito. ¿Cómo es esto en detalle?
Cuando estos niños más
tarde quieren dirigirse a alguien, por ejemplo a una pareja, su cuerpo
les recordará el trauma de la separación temprana. Entonces su
movimiento se detiene. En lugar de dirigirse a su pareja ellos esperan
que ésta se acerque a ellos. Cuando la pareja realmente se acerca, ellos
con frecuencia apenas soportan su cercanía. De una u otra manera la
rechazan en lugar de darle con alegría la bienvenida y abrirle los
brazos. Ellos lo padecen y sin embargo consiguen abrirse con muchas
vacilaciones, y si esto ocurre, es sólo por un breve lapso.
Lo mismo les sucede con su propio hijo. A veces tampoco soportan fácilmente su cercanía.
¿Cuál
sería la solución para ellos? Ese drama sólo puede ser superado allí
donde comenzó. En realidad, detrás de cada trauma hay una situación en
la cual fue imposible un movimiento que hubiese sido imprescindible, lo
que hace que permanezcamos en esa situación como petrificados o
paralizados, sin movimiento.
¿Cómo se resuelve un drama como este?
Será resuelto en nuestro sentimiento y en nuestro recuerdo cuando
nosotros recuperemos interiormente, a pesar del miedo que nos genera
regresar a esa situación y al movimiento que entonces resultó frustrado o
interrumpido.
¿Qué significa esto para un movimiento interrumpido prematuramente hacia la madre
etrocedemos
a la situación de ese momento, volvemos a ser el niño de entonces,
miramos a aquella madre y, a pesar del resurgente dolor y la desilusión y
la furia de entonces, damos un pequeño paso hacia ella – con amor.
Cuando
nos detenemos, la miramos a los ojos y esperamos hasta sentir en
nosotros la fuerza y el coraje para dar el próximo pequeño paso, hasta
finalmente caer en los brazos de nuestra madre, ser abrazados y
sujetados por ella, para al fin volver a ser completamente uno con ella y
poder estar a su lado.
Más tarde probamos –también aquí
interiormente- si logramos ese movimiento hacia nuestra pareja amada. La
miramos a los ojos y en lugar de esperar damos el primer pequeño paso
hacia ella. Después de un rato, cuando hemos juntado suficiente fuerza,
damos un segundo paso. Así, lentamente, avanzamos hacia ella, paso a
paso, hasta poder tomarla en nuestros brazos y ella a nosotros, hasta
que la sujetamos y dejamos que ella nos sujete, felices y sin prisa.
El movimiento hacia el éxito
¿Por qué lo describí tan en detalle?
Un
movimiento interrumpido hacia la madre se evidencia más tarde como una
traba decisiva para el éxito en nuestro trabajo, nuestra profesión y
nuestra empresa. También aquí es importante que no nos quedemos
esperando que el éxito venga hacia nosotros en lugar de ir hacia él. Por
ejemplo, cuando esperamos por la recompensa sin haber realizado antes
la correspondiente tarea, cuando mandamos a otros en lugar de usar
nuestras propias manos y tendemos a retraernos en lugar de ir hacia una
persona o hacia un trabajo con alegría. Todo éxito tiene la cara de la
madre.
Entonces primero vamos interiormente hacia nuestro éxito y
hacia otras personas, preparados para hacer algo por ellos, preparados
para servirlos en lugar de dudar y quedarnos parados esperando que sean
ellos quienes se muevan.
Por lo tanto vamos hacia ellos, vamos hacia
nuestro éxito, paso a paso, y en cada paso sentimos a nuestra madre
cariñosa detrás de nosotros. Unidos a ella estamos preparados para
nuestro éxito y lo alcanzamos, así como alcanzamos a nuestra madre. La
alcanzamos primero a ella y luego a él.
El cariño
Nuestro cariño es un movimiento que comienza en el
corazón. Nos resulta sencillo si anteriormente hemos logrado querer a
nuestra madre.
¿Pero qué sucede cuando algo se opone a ese cariño o
cuando fue interrumpido prematuramente? Cuando en lugar de dedicarnos a
otros -y también a nosotros mismos- con amor y respeto nos apartamos de
ellos, entonces la aversión se convertirá interna y externamente en un
movimiento fundamental de nuestras relaciones, también en nuestra
relación con el éxito.
La pregunta es: ¿cómo podemos revertir ese
movimiento que nos aleja en otro de dedicación a nuestra vida, a otras
personas, a nuestro éxito y a nuestra felicidad?
Les propongo un
ejercicio interior y un movimiento con cuya ayuda ustedes podrán
percibir el movimiento de retracción en vuestro cuerpo, primero
interiormente, para luego poder revertirlo en un amplio movimiento
atento y dedicado.
Aquí el procedimiento en detalle:
1. Nos sentamos derechos en el borde de una silla,
exhalamos profundamente por la boca e inhalamos profundamente por la
nariz. Mantenemos los ojos abiertos y repetimos esa respiración dos
veces. Después cerramos los ojos y respiramos con normalidad. Nuestras
manos están abiertas apoyadas en nuestros muslos con las palmas hacia
arriba.
2. Lentamente estiramos los brazos y las manos
hacia delante, yendo hacia alguien. Nos mantenemos sentados y derechos,
sentimos como nuestra espalda se yergue cada vez más cuanto más
estiramos los brazos hacia delante. En nuestra imaginación estiramos los
brazos hacia nuestra madre.
3. Mientras nos mantenemos en esa posición tomamos
conciencia de cuántas maneras diferentes nosotros en nuestra vida nos
hemos alejado de otros en lugar de habernos dedicado a ellos.
Permanecemos en esa posición aunque en ese instante pueda resultarnos
difícil. Movemos nuestros brazos y nuestras manos abiertas más hacia
delante y conservamos nuestra espalda derecha.
4. Lentamente y con cuidado abrimos los ojos. Sin
movernos percibimos nuestro entorno como un todo y como un todo nos
entregamos a él hacia delante, hacia la derecha y la izquierda y también
hacia atrás.
5. Abrimos nuestros oídos, listos para oír todo y a
todos, oír lo que otros nos quieren comunicar y junto con ellos nos
descubrimos atentos a nuestra madre y a muchas personas más, con amor y
esperanza, dedicados y uno con ellos.
6. Volvemos a hacer tres respiraciones profundas.
Primero exhalamos y luego profundamente tres veces inhalamos y
exhalamos. Permanecemos erguidos, con la espalda derecha, sentados y
levemente inclinados hacia delante.
7. De pronto nos sentimos unidos a muchas personas
de un modo distinto, con los ojos bien abiertos y fulgurantes y los
oídos bien abiertos, sentimos que estamos atentos a ellos pero de un
modo distinto. También en relación con aquellos con quienes estamos
unidos por nuestra profesión y nuestra empresa.
¿Qué sucede ahora con nuestro éxito? ¿Falta mucho
para que llegue? ¿Qué sucede con nuestra alegría y nuestra felicidad?
También ellas vuelven su mirada hacia nosotros, como nuestra madre.
Publicado en Hellinger Sciencia Español, http://www2.hellinger.com