La relación entre profesores, padres y alumnospor Francisco Gómez Gómez
Un miembro de la comunidad escolar de un colegio de Madrid explica cuál es, en su opinión, la relación que deben tener los profesores con los padres y con los alumnos. Considera que los profesores no deben tratar de ocupar el papel de los padres.
El pasado día 19 de mayo tuvo lugar, en el colegio Cristo Rey, de Madrid, el acto de graduación de los alumnos que han terminado sus estudios del segundo curso de Bachillerato y que, como en años anteriores, contó con la asistencia masiva de la Congregación de Esclavas de Cristo Rey y de la dirección del colegio, profesores, padres, alumnos, familiares y amigos.
Se vio a los miembros del claustro de profesores satisfechos con la labor realizada. Hasta aquí he querido resaltar lo que nuestro colegio demuestra que hace muy bien, ya que los tiempos que nos han tocado vivir indican, muchas veces, otras direcciones, a mi juicio menos acertadas, que pueden dar lugar a situaciones menos satisfactorias.
Pondré un ejemplo muy concreto y de actualidad para dejar claras mis opciones. En una noticia aparecida en el periódico La Razón, titulada Los sindicatos se unen a la batalla de la Comunidad por el respeto al profesor, se afirmaba en el subtítulo que todos coinciden en que, «a veces, el enemigo es la familia».
Llegados a este punto, quisiera hacer unas breves reflexiones, para intentar evitar e impedir que los que formamos parte de la comunidad de nuestro colegio demos por buenas y por válidas, sin más reflexión y miramiento, las representaciones sociales que los medios de comunicación nos proporcionan y que, como la comentada con anterioridad, no resultan muy amables ni agradables para nadie: ni para los padres, ni para los alumnos, ni para los profesores.
Me pregunto si se puede pretender ganar la batalla por el respeto al profesor a costa de limitar el respeto a los padres. ¿Será posible que los maestros adquieran el respeto de sus alumnos restándoselo a los padres? ¿Es posible que alguien se gane el respeto de otro sobre la base de no respetar a los demás? Hasta de los enemigos puede uno ganarse el respeto, pero ¿cómo se puede ganar el respeto de los alumnos si se es enemigo de sus padres? En fin, con las precedentes preguntas sólo pretendo invitar a que cada uno reflexione por sí mismo dónde le llevan unas respuestas y dónde le llevarían otras respuestas, evitando así que la no reflexión consciente sobre algo tan importante para todos nosotros dé lugar a la aceptación de las imágenes sociales que nos ofrecen, muchas veces, los medios de comunicación, y cuyos resultados son para nosotros, a mi juicio, bastante negativos.
Que todo el abanico de sindicatos de profesores plantee un Foro para la convivencia, porque viven, a veces, a los padres de sus alumnos como sus enemigos, me hace traer aquí, como ejemplo, lo que muestra la película Cadena de favores, cuando un maestro, que de niño fue quemado por su padre alcohólico al defender a su madre, pretende salvar a un alumno sintiéndose mejor que el padre de ese alumno para educarle. Por eso el maestro ayuda y apoya al alumno en su resentimiento hacia su padre. Es así como el maestro, que fue víctima con su padre, intenta salvar al alumno. Para ello, se sitúa nuevamente como víctima y hace al alumno víctima, a su vez, de su padre. El maestro invalida el origen del niño y, al mismo tiempo, invalida su propio origen.
Honrar a los padres
Cuando los maestros se sitúan con relación a los alumnos en lugares donde pierden la identidad, se sienten debilitados y no saben cómo actuar, si como un amigo, como un padre o una madre sustitutos… En cambio, cuando reconocen profundamente el lugar preponderante y protagonista de los padres de familia, y respetan el Honrarás a tu padre y a tu madre, la tarea que les queda a los maestros se puede centrar en cubrir las necesidades académicas para las que fueron contratados.
El respeto de los alumnos hacia los maestros será difícil de lograr sin honrar y respetar el origen familiar de los alumnos. Dicho origen familiar es aquel que respeta la continuación de la vida y el aprendizaje en ella, y allí es donde los maestros tienen su lugar para ser maestros en el aula, maestros en el pasillo, maestros ante los alumnos.
Los profesores, como personas adultas y significativas para los alumnos, deben asumir las responsabilidades de servir de ejemplo y apoyar su desarrollo. Por eso, no pueden dormirse en los laureles y quedar estabilizados en un falso equilibrio disfuncional, en nombre de un cambio mítico que supone presentar como novedoso lo que, a lo largo de los siglos, ha sido el devenir cotidiano de los más jóvenes.
Los profesores pueden ser relevantes para los jóvenes si aceptan apoyar, acompañar y ayudarles en todo aquello en lo que las familias y la sociedad van cambiando como funciones y formas de apoyo, pero no deben pretender sustituir inconscientemente a quienes no podrán sustituir nunca, por sentido común.
Gómez Gómez, Francisco (2006). La relación entre profesores, padres y alumnos. Alfa y Omega (503). p. 1. ISSN 1698-1537
Publicado en el blog del Instituto Iberoamericano de Socioterapia, IDAFAM.es