8 de octubre de 2015

Una Mirada Amorosa a la Entrevista Escolar con los Padres de Familia

Una Mirada Amorosa a la Entrevista Escolar con los Padres de Familia

por: Geraldine J. Lange Rodríguez


  
Dentro de las diversas responsabilidades que tenemos los educadores en nuestra tarea pedagógica, se encuentra el trabajo que debemos realizar con los padres de familia, con la finalidad de buscar el bienestar de esta persona que tenemos en común que es nuestro alumno. 


Los directivos de centros educativos, debemos organizar el horario de nuestros maestros, de manera tal, que incluyamos por lo menos una hora semanal para que los padres puedan acudir a conversar con los educadores en relación al desempeño de su hijo en la escuela. De igual manera, para que el docente cuente con un espacio dedicado a convocar a los padres para trabajar en conjunto en la labor educativa de sus hijos.

   Esta entrevista con los padres y representantes, no puede ser desarrollada en cualquier lugar de la escuela, ni de cualquier manera, porque de la manera como la conduzcamos y la desarrollemos, va a depender el éxito o no de conseguir un trabajo armonioso y colaborativo entre las dos partes que se reúnen en pro de un mismo bien común que es el estudiante para los maestros y el hijo para los padres.

   Lo primero que vamos a considerar es el espacio físico. En diversas escuelas, observamos que la entrevista se lleva a cabo en el mismo salón de clases, en donde la maestra busca un momento en el cual coloca una actividad a los educandos y al mismo tiempo, atiende rapidito al representante, en otros escenarios, se habla con los padres en el salón de profesores, bajo la presencia de otros docentes y en el peor de los casos, se dan conversaciones de pasillo, a los ojos de todos los que transitan por el colegio. Resulta ser, que ninguno de estos espacios son los apropiados para atender a las familias de nuestro centro.

  Lo ideal sería contar con una sala u oficina de atención. Preferiblemente que esté acondicionada con butacas o pequeños sofás y una mesita baja de centro. La sala debe ser cálida y bien decorada. Este tipo de decoración favorece la comunicación cercana y crea un ambiente más acogedor. Si nuestra institución, no cuenta con los recursos para este tipo de espacio, podemos acondicionar una oficina en donde la mesa sea preferiblemente redonda u ovalada, para favorecer de igual manera la conversación cercana, situación que se ve un poco interferida con las mesas cuadradas o rectangulares que crean una barrera entre el maestro quien queda a un lado de la mesa y los padres y el niño que quedan al otro. Este lugar debe estar bien ventilado e iluminado. La sala debe tener privacidad, ya que en gran parte de las reuniones, los padres expresan sus sentimientos, lloran, otros se alteran o sacan sus emociones y sentimientos y la idea no es que queden expuestos a los ojos de todos los que pasan por el lugar.

   Una vez que tenemos el lugar ideal para recibir a nuestros padres de familia, voy a transmitirles algunos aspectos fundamentales para que logremos tener receptividad y podamos trabajar unidos y con el corazón abierto al niño y su familia. Consideraciones básicas:

1.-  Nuestro objetivo común es el alumno:

   El objetivo principal y común de ambas partes es el estudiante, al cual cada uno debe mirar desde el lugar que le corresponde. Los maestros lo miramos como educadores y sus representantes lo miran desde su lugar de padres. De esta manera favorecemos la construcción de puentes entre los dos sistemas que en ese momento interactúan, el sistema familiar y el sistema escolar, quienes a su vez deben mirarse con respeto y confianza mutua, asumiendo cada uno sus funciones y sus límites.

2.- Tener claro para qué nos estamos reuniendo:
 
   Al comenzar la reunión, debemos expresar de manera clara por qué motivo estamos allí y cuál es el objetivo que tenemos.

3.- Ubicarnos en nuestra jerarquía y orden:
 
      El maestro, que se considere mejor que los padres o realice una reunión para juzgar el cómo lo están haciendo, está condenado a perder la actitud favorable por parte de ellos. Con esto hay que tener mucho cuidado, ya que muchas veces los maestros opinamos sobre las dinámicas familiares y hasta tenemos la osadía de decirles que lo están haciendo mal; pero ¿lo están haciendo mal en base a qué? ¿a nuestras imágenes internas?, ¿en base a nuestra subjetividad de lo que pensamos que está bien o está mal?, ¿en base a cómo fuimos criados nosotros, que creemos que es la mejor manera de hacerlo?. En este punto hay que tener mucho respeto, porque cada familia tiene su manera particular de hacer las cosas, basadas en sus propias experiencias de vida , cultura y de familia y ninguno de nosotros es quién para validarlas o no.
 
 "Muchas veces tenemos una idea extraña, como si nuestra familia fuera la correcta y como si aquello que es válido en la nuestra, fuera válido por todo el mundo" Bert Hellinger.

   Como bien lo dice Hellinger, nuestra familia es una entre millones y cada uno de ellas es buena y correcta y a la vez es diferente. Este es el primer paso interno que debe dar el docente, el poder reconocer que todas las familias y culturas son válidas, para poder respetar así cada caso. 
 
"Es necesario que en parte se olvide de sus valores y principios, para poder reconocer los valores de los padres. Esta actitud le permite aportar sus conocimientos y encontrar la confianza de los niños estando al servicio de los padres, así puede complementar y completar el trabajo de los padres “.

4.- Actitudes que favorecen la comunicación en la entrevista:
  • Tener una visión sistémica en donde veamos al alumno como parte de un sistema familiar, que tiene sus propios valores y reglas y que la escuela es otro sistema que tiene sus propios valores y reglas que no siempre coinciden con los de la familia.
  • "Sobre la relación de padres y maestras, primero van los padres, después los niños y después los maestros, este es el orden. Los padres confían los niños a los maestros y estos representan los padres ante los niños, Sólo pueden hacerlo si los padres tienen un lugar en sus corazones." Como maestros debemos tener claro que el alumno siempre será leal a su familia de origen.
  • Tener siempre presente que los primeros educadores son los padres, los abuelos  o los que estén al cuidado de los niños y los maestros estamos después. Son los padres los que nos dan esa confianza y debemos reclamarla, porque sin ella no podemos realizar nuestro trabajo, ya que perdemos toda autoridad ante el alumno.
  • Deben reunirse primero los adultos y llegar a puntos en común que luego se los comuniquen al niño o joven. Éstos no deben presenciar los desacuerdos que puedan existir entre las partes, porque los alumnos pueden sentir una gran confusión e inseguridad cuando entre la familia y la escuela no hay un puente y cada uno tiene posturas diferentes, lo que se traduce en problemas de aprendizaje del alumno.
  • El docente debe tener una mirada de respeto hacia la familia del estudiante, sea ésta como sea.
  • Nuestro lugar como docente es al lado de los padres, nunca en el lugar de los padres. 
   Teniendo ya claro nuestro lugar, estando con el corazón abierto y con respeto hacia los padres y sus dinámicas familiares, podemos desarrollar nuestra entrevista, la cual será más efectiva si tomamos en consideración estas estrategias:
  • Convocar a ambos padres a la reunión. En el caso que asista sólo uno, podemos hacer referencia del que está ausente. ¿Qué diría él o ella?, ¿Qué opinaría si estuviera?. De esta manera le damos lugar a ambos.
  • El docente debe estar centrado y disponible al 100%, es por ello que no debemos atender a los padres en el recreo o en nuestra hora de comida. Debemos guardar cualquier material que no corresponda a ese momento.
  • Debemos disponer de un tiempo que invite a una conversación  relajada y sin apuros. Las reuniones en 10 minutos y con apuros no funcionan, debemos disponer mínimo de 30 minutos para realizarlas.
  • La actitud debe ser de escucha, comencemos preguntando qué piensan ellos de su hijo como persona, como alumno. Ellos manejan una cantidad de información que nosotros no. Evitemos las observaciones culpabilizadoras hacia el estudiante.
  • Si los padres están alterados, hay que permitir que drenen su malestar, que hablen y se expresen. Lo más recomendable es escuchar atentamente y posteriormente intervenir, parafraseando lo que entendimos de todo lo que ellos manifestaron.
    De esta manera los padres se sienten escuchados, aceptados y comprendidos, sin sentirse juzgados. Esta actitud no implica que estemos de acuerdo con todo lo que nos dicen, pero si nos permite tener una visión de cómo están viendo los padres el problema.
  • Continuemos la reunión expresando los puntos en los cuales estamos de acuerdo con lo planteado por ellos.
  • En cuanto a los asuntos con los cuales diferimos, se los debemos manifestar con mucho respeto y justificando el por qué de nuestra opinión contraria.
  • El docente debe comunicar los aspectos positivos que también tiene el estudiante, no todo es negativo y problemático de la persona. Recordemos que debemos ver la totalidad de la persona y no solo una parte.
  • Llegar a acuerdos de trabajo conjunto, en pro del chico.
  • Acordar qué se va a conversar con el chico y posteriormente llamarlo a la reunión para comunicarle lo planteado previamente por ambas partes. Es importante que el maestro, coordinador o director sea quien comunique los acuerdos y los padres intervengan también reforzando lo establecido.
  • Establecer cómo se le va a dar seguimiento al caso y cuándo se volverán a comunicar o reunir para evaluar la evolución o no del estudiante.
   Las reuniones con los padres y madres de familias son muy positivas para el trabajo con el estudiante, no olvidemos los maestros que es importante incluirlos siempre en las dinámicas escolares, desde una mirada amorosa y de apoyo mutuo para que podamos recoger resultados fructíferos y positivos en los educandos.    
 
 

Publicado en vinculosistemica.blogspot.com el 8 de diciembre de 2012.